Javier Cortés pasea la única oreja en la torista de Illescas

 La tradicional corrida torista del verano en Illescas, con un serio encierro de Cebada Gago, dejó una tarde de interés marcada por la inteligencia y el buen gusto de Javier Cortés, que firmó la faena más rotunda y paseó la única oreja del festejo. Damián Castaño y Gómez del Pilar estuvieron a gran altura en sus respectivos lotes, pero la espada les cerró la Puerta Grande.

Javier Cortés, temple y torería frente a Cebada

El madrileño abrió la tarde con una actuación de mucha inteligencia y poso ante un toro largo y serio que manseó de salida, complicando la lidia en los primeros tercios. Con temple y cabeza, Cortés fue asentando la faena desde el toreo a media altura, logrando muletazos ligados y con gusto por ambos pitones. Suaves los toques y medida la distancia, el trasteo fue creciendo en importancia hasta cuajar una obra redonda. La contundente estocada final de efecto inmediato rubricó su labor y el presidente no dudó en concederle la oreja, la única que se cortaría en la tarde.

En el cuarto, Cortés volvió a mostrar su elegante concepto. El toro regaló embestidas de calidad en el capote, especialmente por el izquierdo, y el madrileño las aprovechó con verónicas templadas. Con la muleta cimentó una faena de torería y mando, siempre en el sitio y administrando las inercias del de Cebada. Sin embargo, el animal se resintió de los cuartos traseros, perdiendo las manos y cortando de raíz una labor que estaba cuajando. Cortés se fue por la espada y dejó una estocada efectiva. Ovación a su entrega y concepto.

Damián Castaño, dos faenas de altura malogradas con la espada

El salmantino firmó dos faenas de importancia, demostrando madurez y temple, pero la tizona le impidió redondear en premios. Con el segundo, un toro más fino y con movilidad, Castaño se lució ya con el capote en verónicas templadas y una media de buen trazo. Inició faena de hinojos al hilo de tablas, conectando de inmediato con el público. El de Cebada, noble aunque desigual, fue sometido con muletazos largos y de mano baja por la derecha y momentos de gran clase por el izquierdo. Cuando el toro se paró, el torero se la jugó en cercanías, provocando emoción. La faena merecía premio, pero varios pinchazos lo dejaron en ovación tras aviso.

El quinto fue un toro muy serio, tardo de inicio pero con clase en sus embestidas. Damián lo entendió a la perfección al natural, logrando series con temple y profundidad que calaron en los tendidos. La faena, corta en tandas pero intensa por la transmisión de los muletazos, levantó al público. De nuevo, la espada se convirtió en un muro insalvable: falló reiteradamente y perdió las dos orejas que tenía ganadas. Ovación tras aviso.

Gómez del Pilar, valor y emoción en el sexto

El diestro toledano dejó la tarde más emocionante en el sexto, al que recibió con una larga cambiada que puso de pie a los tendidos. Desde el inicio de la muleta imprimió emoción y verdad a una faena que fue de más a menos por las condiciones del toro, que acabó quedándose muy parado y midiendo en cada embestida. Gómez del Pilar se mostró firme, tragando mucho y exponiendo de verdad, lo que provocó la entrega del público. Sin embargo, la espada volvió a ser decisiva: varios pinchazos dejaron en ovación una faena de dos orejas.

En su primero ya había mostrado disposición y entrega, recibiendo con otra larga cambiada y verónicas de buen trazo. El toro, que salió con transmisión, se rajó pronto en banderillas y condicionó la labor. Aun así, Gómez del Pilar logró una meritoria serie sobre la derecha y un arrimón final. La estocada se complicó y escuchó un aviso antes de ser ovacionado.

Balance final

La corrida de Cebada Gago dejó momentos de interés y un nivel alto por parte de los tres actuantes. Javier Cortés firmó la faena más completa y paseó la única oreja. Damián Castaño mostró un gran momento pero la espada le arrebató los premios, mientras que Gómez del Pilar encendió la emoción con valor y firmeza, malogrando con los aceros una faena de Puerta Grande. Illescas vivió así una tarde seria y torista, en la que los toreros estuvieron muy por encima de los aceros.

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