Juan Ortega, sin opciones ante un lote imposible.
La elegancia de Juan Ortega regresó a Mont de Marsan con la esperanza de encontrar un toro con ritmo para desplegar su toreo clásico, barroco y de inspiración sevillana. Pero el lote de El Parralejo que le correspondió fue una pérdida: dos toros desfondados, sin transmisión y con constantes pérdidas de manos que impidieron cualquier lucimiento.
🔹 Primero de la tarde (1º) – Castaño, cuajado y con intención al principio: Ortega lo recibió con suavidad, pero el toro se pegó un volantín en los primeros compases. Aunque fue bravo en dos encuentros con el caballo, empezó a perder las manos , y esa fue la tónica de toda la faena. El sevillano quiso confiarse con ambos pitones: el derecho, sin transmisión, y el izquierdo, con algo más de humillación pero sin motor. Al venirse el toro a menos, Ortega abrevió con sensatez . Mató de estocada. Resultado: Silencio.
FOTO: ANDRÉ VIARD
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