Ventura y Aguado, a hombros en el cierre soñado de la Feria de Almería

 

El cierre de la Feria de la Virgen del Mar en Almería tuvo dos nombres propios que brillaron por encima de todo: Diego Ventura y Pablo Aguado. Dos toreros de estilos distintos, pero unidos en una misma esencia: la capacidad de emocionar al público con su verdad. El rejoneador sevillano volvió a impartir una auténtica lección de toreo a caballo, rubricando con tres orejas una tarde que lo consagra, una vez más, como el número uno del escalafón. Por su parte, Pablo Aguado firmó una faena de seda y oro frente al sexto de la tarde, que fue un compendio de gusto, temple y torería, premiada con dos orejas. En el otro extremo, Alejandro Talavante se marchó de vacío, lastrado por un lote imposible que apagó sus intenciones de triunfo.

Diego Ventura, la maestría del rejoneo

Cada tarde de Diego Ventura es un acontecimiento, y Almería no fue la excepción. Su primera faena, frente a un toro que embistió a arreones, tuvo mucho más de transmisión por parte del torero que del animal. Con Quirico dejó momentos de gran doma y pares ajustadísimos que levantaron al público de sus asientos. Redondeó la labor con Brillante, clavando rosas con precisión y elegancia. Aunque falló al primer intento con el rejón de muerte, rectificó con acierto y paseó la primera oreja de la tarde.


La plenitud llegó con el cuarto, un toro con movilidad y transmisión que permitió a Ventura desplegar todo su repertorio. La plaza enloqueció con los quiebros de Nivaldo, la espectacularidad de Bronce en las banderillas sin cabezada y el clasicismo de Brillante, que volvió a ser protagonista con banderillas al violín de gran pureza. Fue una faena de maestría total, de esas que definen la categoría de un rejoneador que no deja de reinventarse. El rejón de muerte, al segundo intento, fue la rúbrica de una obra cumbre premiada con las dos orejas y que encendió el éxtasis en los tendidos. Tres orejas y salida a hombros para Ventura, quien prolonga así su temporada triunfal.


Talavante, sin fortuna en su lote


El extremeño Alejandro Talavante no tuvo en Almería la oportunidad de mostrar su tauromaquia. Al segundo de su lote lo templó con doblones y llegó a dejar una serie al natural de mucha hondura, pero el toro se partió una mano y arruinó la faena. 


Al quinto lo intentó sin descanso, pero el animal, brusco y sin entrega, le cerró el camino al triunfo. Pese a la disposición, Talavante apenas pudo dejar detalles aislados antes de irse en silencio.


Pablo Aguado, el sabor del toreo eterno


El toreo de Pablo Aguado tiene algo que lo distingue: la naturalidad y el embrujo que desprenden sus muletazos. Ante el tercero no tuvo opciones, ya que el toro de El Pilar se lesionó de una mano y no le permitió estructurar faena. Aguado lo intentó sin suerte y despachó al animal sin brillo.


Sin embargo, el destino le guardaba una cita mayor con el sexto. Un toro que no se definió en el inicio, pero al que el sevillano fue desgranando con paciencia y temple. Tras un quite por delantales y una media de cartel, Aguado desplegó una muleta llena de sutilezas. Con la derecha lo pulseó, llevándolo siempre muy toreado; con la izquierda alcanzó cotas de sublime belleza, enganchando adelante y llevándose las embestidas hasta detrás de la cadera con una cadencia inigualable. El público, entregado, disfrutó de una faena llena de torería y pureza que culminó con una estocada entera en lo alto. Dos orejas incontestables para un torero que cuando se abandona a su concepto deja tardes inolvidables.


Balance final

La Feria de la Virgen del Mar se despidió con una tarde que quedará en la memoria. Ventura, con su maestría ecuestre, y Aguado, con su toreo de seda, fueron los grandes protagonistas de un cierre de lujo en Almería. Talavante, pese a irse de vacío, mostró disposición ante un lote imposible. Los dos sevillanos salieron a hombros, poniendo el broche dorado a una feria marcada por la emoción y la torería.

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