Triunfo rotundo en Inca: tres toreros, tres salidas a hombros y un indulto


 Tarde para el recuerdo en Inca. La plaza balear volvió a llenarse por segunda vez en la temporada y lo que allí sucedió superó cualquier expectativa. Una corrida concurso de ganaderías que combinó la emoción del rejoneo con el clasicismo del toreo a pie, y que desembocó en un acontecimiento pocas veces visto: el indulto de un toro de Fuente Ymbro por parte de Borja Jiménez. A ello se sumaron las grandes faenas de Andy Cartagena y Antonio Ferrera, que completaron un cartel de máximos trofeos, emoción sin freno y conexión profunda con los tendidos.

El clímax llegó con el sexto toro de la tarde. Se llamaba “Calderero”, número 25, de la ganadería de Fuente Ymbro. Desde su salida mostró bravura, fijeza, clase y una embestida en la que Borja Jiménez se sintió desde el primer muletazo. La faena fue creciendo en intensidad, con muletazos largos, profundos, de trazo bajo, ceñidos, con los vuelos acariciando la arena. El público se entregó en un ambiente de auténtico éxtasis y, tras una petición unánime, el presidente sacó el pañuelo naranja. Borja paseó las dos orejas y el rabo simbólicos, mientras el toro volvía al campo como premio a su casta.

Pero no fue este el único logro del sevillano. Borja ya había paseado una oreja del tercero, un toro de Fermín Bohórquez al que cuajó con elegancia y entrega, aunque la espada le privó de un premio mayor. Dos faenas de alta nota que sellan su extraordinario momento.

El encargado de abrir plaza fue Andy Cartagena, que debutaba en esta ocasión con un toro de Adolfo Martín. Desde el primer instante, Cartagena mostró su doma, su espectacularidad y su valor, logrando llegar al público con una labor sólida y expresiva que le valió una oreja. Sin embargo, lo mejor vendría después, con el cuarto toro, también de Fermín Bohórquez, que tuvo un gran comportamiento. Cartagena lo cuajó de principio a fin, conectando con fuerza desde el primer rejón. Sus caballos brillaron en banderillas, y el remate con el rejón de muerte fue certero. El público, rendido, pidió con fuerza los máximos trofeos: dos orejas y rabo, concedidos sin discusión.

La faena más sentida de la tarde vino de la mano de Antonio Ferrera. Con su personal estilo, Ferrera volvió a emocionar a Inca ante el quinto de la tarde, un toro de Adolfo Martín con movilidad y emoción. La faena tuvo profundidad, inspiración y verdad, siempre al límite del riesgo, y culminó con una estocada que le valió dos orejas y rabo. Antes, con el segundo –de Partido de Resina–, había dejado también una actuación muy seria y comprometida, aunque la espada le hizo perder los trofeos. Silencio tras petición.

La corrida concurso resultó muy interesante por la variedad de encastes, la presentación cuidada y la respuesta del público. El toro de Fuente Ymbro fue, sin duda, el gran triunfador, alzándose con el premio de la mejor ganadería de la tarde gracias a ese indulto que ya forma parte de la historia del coso balear.

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