Tarde de matices en Villeneuve: Ferrera triunfa, Leal destaca y Garrido roza el premio
Villeneuve de Marsan vivió una tarde de emociones profundas, marcada por la personalidad arrolladora de Antonio Ferrera, que firmó una actuación a su estilo para abrir la Puerta Grande. En el ruedo francés, el diestro extremeño se entendió con dos toros de Camino de Santiago –ganadería de procedencia Albarreal– a los que supo leer y exprimir. Cortó una oreja a cada uno de sus ejemplares, en una tarde donde también destacó Juan Leal, que volvió a dejar su firma en su tierra natal, mientras que José Garrido vio cómo se le escapaba el triunfo en el sexto.
Ferrera se impuso desde el primero de la tarde. El toro, cuajado y serio, sacó bravura desde la salida, algo que el torero aprovechó para construir una faena sólida, especialmente por el pitón derecho, ya que por el izquierdo el animal tropezaba con más dificultad. El temple y la medida fueron clave en una labor que conectó con los tendidos. La estocada cayó algo baja, pero suficiente para pasear una oreja, con ovación también para el toro.
El cuarto tuvo emoción y movilidad, aunque le faltó entrega. Ferrera supo canalizar esa energía en un tercio de banderillas vibrante, que levantó al público de sus asientos. Brindó la faena al torero francés Richard Milian y, como es habitual en él, dejó pasajes de improvisación, torería y valor. Mató recibiendo, aunque necesitó descabello, recibiendo incluso un golpe en el rostro. La entrega tuvo premio: segunda oreja y ovación al toro.
Por su parte, Juan Leal tuvo un primer toro sin clase, que se vino pronto a menos. Aun así, logró mantener el pulso de la faena con cercanías y esfuerzo. Fue ovacionado. En el quinto, un toro más completo y bravo, ofreció su mejor versión. Leal lo saludó de rodillas y firmó una labor intensa, con pasajes ligados y ceñidos. Mató con entera y descabello, siendo premiado con una oreja tras aviso.
José Garrido dejó lo mejor con el capote en sus dos turnos. Al tercero, bravo de salida y con ritmo, le faltó fondo en la muleta, aunque Garrido dejó detalles de calidad y temple. En el sexto, un toro con mucha presencia y galope, construyó otra labor seria. Pero el toro se amorilló al final, desluciendo el epílogo de su actuación. Estocada entera y ovación contenida tras aviso.