Talavante y Guillermo Hermoso, a hombros en una tarde de Puerta Grande en San Sebastián
La Plaza de Illumbe vivió una tarde triunfal con una gran corrida de Zalduendo para la lidia a pie y reses de El Capea para rejones. La tarde estuvo marcada por el magisterio de Alejandro Talavante , que cortó tres orejas y volvió a mostrar que atraviesa una temporada histórica. Con él salió sobre hombros Guillermo Hermoso de Mendoza , que interpretó una actuación de clasicismo y temple también premiada con tres trofeos. José María Manzanares , con dos orejas, recolectó una terna que dio nivel y categoría a la feria donostiarra.
Talavante, dueño de Illumbe
El extremeño volvió a marcar diferencias en su segundo turno, el sexto de la tarde. El de Zalduendo, con movilidad y buen son, permitió a Talavante trazar una faena de mano baja y ritmo lento, imponiendo siempre su particular concepto del temple. La faena, de trazo curvo y muletazos largos, alcanzó cotas altas de inspiración. La estocada rubricó el conjunto y el doble trofeo le aseguró la salida a hombros.
Antes, en el tercero, Talavante había arrancado de rodillas con cambios por la espalda y momentos de enorme conexión con los tendidos. El toro, de calidad pero falto de motor, permitió una mano de obra templada, con inspiración y clasicismo alternados, que cerró con manoletinas ajustadas. La estocada trasera restó rápidamente a la ejecución y escuchó un aviso, pero pasó una oreja.
Guillermo Hermoso, rejoneo clásico y de pureza
El rejoneador navarro abrió la tarde con una faena de gran solidez al primero de El Capea, un toro noble y con ritmo. La lidia tuvo clasicismo y ajuste, con especial acierto en las reuniones. Cerró con dos rosas y dos banderillas cortas, antes de clavar un rejón de muerte efectivo. Dos orejas y fuerte ovación para abrir el festejo.
En el cuarto, más complicado por su querer a tablas, Guillermo Hermoso construyó una faena de gran inteligencia, aprovechando siempre el terreno buscado por el toro para encelarlo y ligar las suertes. La entrega y ajuste le permitieron sumar una oreja más, completando así un triunfo de tres trofeos.
Manzanares, elegancia reconocida
El alicantino pasó una oreja del serio segundo, cornidelantero y suelto de carnes, que tuvo nobleza y un buen bordado. Con un trazo templado y siempre estético, Manzanares dibujó muletazos largos y cadenciosos, adaptados a las justas fuerzas del toro. Una estocada eficaz rubricó la faena.
El quinto, de gran clase, permitió al alicantino expresar su mejor toreo. Con un pitón derecho humillado y recorrido en línea curva, la faena alcanzó su cenit en varias series ligadas, siempre rematadas en alto con pases de pecho largos y lentos. La estocada, algo trasera y de efecto demorado, hizo que el premio quedara en una oreja, completando así un total de dos trofeos.