Morenito roza la Puerta Grande en una tarde de Victorinos con opciones en Dax
La plaza de toros de Dax abrió sus puertas para recibir uno de los carteles más esperados de la feria: la corrida de Victorino Martín. El encaste Albaserrada, fiel a su personalidad, ofreció una corrida bien presentada, con toros serios, variada en comportamiento y con opciones para el lucimiento. En el ruedo, tres espadas de perfiles distintos: un experimentado y pleno de conocimiento Morenito de Aranda, un Clemente con oficio y voluntad, y un Tomás Rufo que se enfrentaba por primera vez al hierro de la A coronada.
Morenito de Aranda fue el gran protagonista artístico de la tarde. Al primero de su lote, un toro que echaba las manos por delante y se revolvía con peligro por el derecho, lo sometió con inteligencia, sobando las embestidas y enseñándole a pasar más allá de la pierna de salida por el pitón izquierdo. Hubo momentos de gran emoción y un poso de toreo sobrio que arrancó la oreja tras una entera y un golpe de descabello. En el cuarto, más noble pero falto de transmisión, el burgalés lo bordó con el capote, rematando con una media de cartel. En la muleta exprimió al máximo sus embestidas por ambos pitones, dejando claro su conocimiento del encaste. Pinchó antes de dejar una entera, y aunque el público pidió la oreja, el presidente negó la Puerta Grande. Vuelta al ruedo entre fuertes aplausos.
Clemente se midió en primer lugar con un toro bajo y cornipaso que no le dejó estirarse a la verónica, pero que luego fue bravo en varas y noble en la muleta. El francés se acopló mejor por la derecha, pero los enganchones por el otro lado y el fallo con los aceros enfriaron la labor. Silencio. En el quinto, un espectacular veleto que ‘ratoneó’ de salida y humilló con fijeza, intentó acoplarse con su embestida particular sin lograr redondear la faena. Mató de media lagartijera. Silencio de nuevo.
Tomás Rufo debutaba con los Victorino y pagó la novatada de no encontrar las teclas exactas del encaste. El tercero, bajo y fino, tuvo buen son en el capote y fue bravo en el primer puyazo, pero el toledano no consiguió darle la profundidad necesaria a su faena. Mató de entera baja. Silencio. En el sexto, otro toro bien presentado que también ‘ratoneó’ de salida, quiso imponer su concepto a un animal que pedía otro trato. Tres naturales largos y templados dejaron ver la calidad del toro cuando se le trató con suavidad, pero no hubo más. Media estocada y silencio tras aviso.
La corrida, en conjunto, dejó claro que el hierro de Victorino sigue conservando su personalidad única, capaz de exigir, emocionar y enseñar a los toreros. Morenito de Aranda fue el que mejor entendió su lidia y el que más cerca estuvo de abrir la Puerta Grande, premio que el palco decidió negar pese a la fuerte petición. Clemente mostró voluntad y oficio, mientras que Rufo, en su debut, firmó pasajes aislados pero sin redondear.