Morante de la Puebla: la torería que sobrevive incluso cuando no hay milagro

 

Morante volvió a Huelva, su otra casa, donde el perfume de su toreo siempre se respira distinto. Esta vez, la inspiración llegó a medias, pero incluso así dejó momentos que sólo pueden salir de su muleta. Con el serio primero, un toro exigente y sin entrega, Morante fue todo pausa, pulso y estética. Sin forzar nada, y con el trazo corto y templado que requiere este tipo de enemigo, hilvanó una faena de silencios que no eran fríos, sino respetuosos. Porque la gente sabía que allí se estaba toreando de verdad. La oreja fue premio justo a una labor que entendió las claves del toro sin exigirle más de lo que podía dar.

El cuarto, sin embargo, fue un borrón inevitable. Un toro sin opciones desde su salida, orientado y con peligro sordo, que se le coló desde el primer muletazo. Morante, sabedor de la imposibilidad, lo despachó en apenas medio minuto. Aquí no hubo milagro, y precisamente por eso su primera faena brilló más: porque en esta tarde desigual, el arte se mantuvo digno y valiente ante la adversidad.



Comentarios

Entradas populares