Juan Ortega: una oreja al temple y al intento
Juan Ortega volvió a regalar momentos de suavidad y clase, aunque esta vez no todos encontraron eco en sus oponentes. El tercero fue un toro descompuesto, de mala andadura y sin entrega. Ortega, como es habitual en él, quiso hacerlo todo con torería: destacó un precioso quite por gaoneras, de trazo fino y acompasado. Pero con la muleta no encontró la materia prima necesaria para lucirse. Firmó una estocada limpia y fue silenciado.
El sexto le ofreció un resquicio y Ortega supo aprovecharlo. Toro alto, acodado y de embestida vulgar, que tuvo más posibilidades por el derecho. Ortega se aferró al temple como tabla de salvación, hilvanando series con ritmo pese a la falta de armonía del astado. Como estuvo acertado con el acero, cortó una oreja, justo premio al esfuerzo en una tarde cuesta arriba.