El Puerto vibra con la entrega de los novilleros en la primera de abono: Barroso, Palacio y El Mene, a hombros de la afición
Víctor Barroso, el torero de casa, abrió la puerta grande
El portuense Víctor Barroso salió a por todas desde su primer novillo, un ejemplar de finas hechuras que permitió una faena templada y elegante. Lo recibió con lances muy sentidos a la verónica, rematados con dos medias cargadas de cadencia. Tras un leve puyazo, el tercio de banderillas fue rematado por Fernando Casanova con un gran par. Con la muleta, Barroso arrancó con cambiados por la espalda y un natural de rodillas que levantó al público. El novillo fue perdiendo fuelle, pero el temple y el buen trazo del novillero sostuvieron el tono de la faena. Mató de estocada contraria y cortó dos orejas, mientras que el novillo fue ovacionado en el arrastre.
Al cuarto, de capa colorada, Barroso volvió a mostrar su buen concepto. Se lució especialmente Juan Melgar en la vara, siendo muy ovacionado, y Manuel Ángel Gómez se desmonteró tras dos pares de gran exposición. La faena muleteril, iniciada de rodillas en los medios, fue de menos a más, pues el novillo se vino pronto abajo. Aun así, el torero supo plantear una faena sólida, con buena estructura y temple, lo que le valió una oreja más, sumando tres en total.
Aarón Palacio, explosivo y entregado
El zaragozano Aarón Palacio mostró desde el primer instante su disposición, recibiendo al segundo novillo con una larga cambiada de rodillas. El animal, de fijeza y empuje, exigió una lidia templada y firme. Brilló Agustín de Espartinas en banderillas. Con la muleta, Palacio estructuró una faena intensa y compacta, con pasajes de gran mérito. A pesar de una voltereta feísima tras entrar a matar, de la que salió aparentemente ileso, y del fallo con el descabello, el público reconoció su entrega con una fuerte ovación tras dos avisos.
Se redimió por completo en el quinto. Su saludo capotero con seis faroles de rodillas y varias verónicas de gran belleza puso al público en pie. Galleó por chicuelinas al caballo y luego dejó una serie de tafalleras con sabor añejo. La faena de muleta, iniciada con el cartucho de pescao, tuvo naturales de gran profundidad y cuatro series cargadas de temple y emoción. Mató de estocada baja pero suficiente y cortó dos orejas, tras dejar una sensación de torero hecho.
El Mene, expresión, estética y pureza
El salmantino El Mene se enfrentó a un lote desigual. Al primero de su turno lo saludó con verónicas de buen trazo. El novillo, reservón desde el principio, no puso fácil el lucimiento. Pese a ello, el torero aplicó temple y firmeza, logrando pasajes notables por el pitón izquierdo. Mató al segundo intento y fue ovacionado.
El sexto fue un novillo con presencia y clase, aunque algo justo de transmisión. El Mene lo saludó con un farol y verónicas rematadas con una media deliciosa. La faena de muleta tuvo mucha expresión y estética, sobre todo al natural. Unos naturales de frente de gran ejecución cerraron una labor de sabor clásico. La estocada cayó baja, pero fue efectiva, y paseó una oreja con petición fuerte de la segunda, dejando una imagen de torero de gusto.
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