Daniel Luque abre la feria de Dax con la primera oreja del ciclo

 Fotos de André viard

La feria taurina de Dax arrancó con un lleno absoluto y ambiente de expectación, pero el juego desigual y falto de raza de los toros de Victoriano del Río limitó las posibilidades de triunfo. Solo Daniel Luque logró tocar pelo, paseando la primera oreja del ciclo gracias a una faena de gran capacidad y oficio ante el segundo de la tarde. Sebastián Castella dejó detalles ante el primero pero marró con la espada, mientras que Pablo Aguado se topó con un lote sin opciones pese a su torería.

El triunfo de Luque

El segundo de la tarde, chorreado y corniapretado, mostró nobleza desde el inicio. Tras un recibo ajustado de Luque y un paso codicioso por el peto, el toro mantuvo la bravura en banderillas, poniendo en aprietos a la cuadrilla. Llegó a la muleta rajado, pero el de Gerena se empeñó en tirar de él con toques firmes y cercanía, extrayendo todo lo posible de su embestida. El público, entregado, le acompañó hasta el estoconazo fulminante que le otorgó la oreja.


Con el quinto, noble pero sin fondo, Luque volvió a intentarlo sin encontrar continuidad. Tras pinchazo, estocada baja y descabello, fue ovacionado.

Castella, templado pero sin premio

El primero, fijo y noble pero justo de fuerza, permitió a Castella una faena medida y acompasada, cuidando las embestidas hasta que el toro se vino arriba. Sin embargo, los fallos con la espada (dos pinchazos antes de la entera) le dejaron en silencio tras aviso.


El cuarto, chorreado serio y algo montado, no se entregó en el capote pero sí en el caballo. Castella inició la faena con doblones muy mandones que parecieron encender al toro, pero la sosería inicial volvió y la faena perdió intensidad. Mató de estocada entera y fue despedido con palmas.

Aguado, torería sin opciones

El tercero, alto y de nobleza a media altura, embistió sin transmisión. Aguado lo llevó con elegancia y personalidad, pero sin poder conectar con los tendidos. Dos pinchazos y dos tercios de espada, aviso y descabello. Silencio.


En el sexto, bajo y bien hecho, hubo esperanza inicial. El toro empujó con bravura en dos varas y llegó encendido a la muleta, donde Aguado lo brindó al público. Sin embargo, tras una primera tanda prometedora, el toro se rajó por completo. El sevillano dejó destellos de clase antes de la estocada caída que le valió palmas.


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