La plaza era de Morante… pero Roca quiso que lo fuera de él
La tarde llevaba el nombre de Morante en cada entrada, en cada cartel y en cada rincón de Santander. Pero el diestro de La Puebla no apareció, y la empresa decidió que fuese Roca Rey quien ocupase su lugar. El resultado: un cambio de tono, de estética y de fondo. El peruano puso oficio, pero la plaza se quedó con la pregunta en el aire: ¿dónde estaba Morante?
Roca Rey comparó con la firme intención de borrar cualquier sombra, y por momentos lo consiguió. Sin embargo, la sustitución supone más una imposición que una solución. No por él, sino por quienes tomaron la decisión. Porque una feria como la de Santander, con un cartel de tanto sabor y expectación, merecía respeto hacia quien había generado ese ambiente, y no un recambio de urgencia sin explicar motivos con claridad.
Con su primero , un toro muy justo de presentación, el peruano compuso los momentos más emocionantes en un bastante por saltilleras y un inicio de faena con estatuarios y un cambiado por la espalda que enloquecieron al tendido. Hubo una serie de gran altura al natural, pero el toro fue a menos y, aunque Roca empujó de cercanías, aquel no acabó de despegar. La estocada fue efectiva, la petición fue notaria, pero el presidente, inexplicablemente, se cerró. El peruano no quiso saludar la ovación. Lo entendió como un agravio.
El sexto , con más seriedad, fue un toro de buena arrancada pero sin final. Y ahí se vio al Roca Rey más hábil, que invadió los terrenos de cercanía con esa seguridad que lo caracteriza. Ligó, impuso respeto y metió al público en la faena. Esta vez la estocada fue excelente y la petición de oreja doble fue rotunda. El palco solo concedió una. De nuevo, el desconcierto.
Así hizo las paces Roca Rey con Santander , tras su gris paso con los Victorinos. Pero la plaza seguía preguntándose por qué no se esperaba a Morante. El respeto a las figuras, incluso en su ausencia, también es parte del toreo. Porque no se trata solo de cubrir un hueco: se trata de entender qué torero representa qué estilo, qué cartel representa qué emoción. Y ayer, Santander esperaba el aroma de Morante y recibió otra cosa. Buenísimo por momentos, pero distinto.
Roca Rey estuvo bien. Pero la tarde no era suya . Era de otro. Y eso se notó.
UN BUEN TORERO ADMITE LA COMPETENCIA, SI EL CREE QUE ES MEJOR, QUE LO DEMUESTRE.
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