Pablo Aguado en el puerto de Santa María-10 de agosto
El segundo fue su mejor enemigo: un toro complicado por el viento y la forma de embestir, siempre con el pitón contrario, al que toreó con clasicismo y naturalidad, dejando muletazos que arrancaron olés hondos. Oreja.
En el cuarto, de escasa presentación y querencioso, dejó lo más lucido en la media inicial y la primera serie por la derecha, pero la falta de inercia del toro quebró la ligazón. Ovación.
En el sexto, manso y huidizo, logró dos tandas de gran mérito por el derecho antes de que el toro se fuera a tablas. La estocada fue de categoría, y la petición de oreja mayoritaria no tuvo respuesta del palco, provocando bronca.